Güeyu Mar, una autoridad en pescados en Asturias


Güeyu Mar, una autoridad en pescados en Asturias

Sencillez, pescado y brasas. Son los tres ingredientes que emplea con maestría Abel Álvarez en Güeyu Mar (ojos de mar), restaurante que regenta con su mujer, Luisa, a pie de la playa de Vega, en el pueblo de Vega (a siete kilómetros de Ribadesella), y cuya destreza con las brasas de encina (al estilo del Asador Etxebarri, en Axpe, Vizcaya) se ha propagado como una llama.

Al lugar no es fácil llegar, como sucede con muchos lugares interesantes. Se accede por una carretera sinuosa, escoltada por un bello paisaje de entrepeñas, el restaurante cuenta con un sencillo comedor y dos terrazas, además de un prado, donde se puede tomar una copa y admirar por la tarde una espectacular puesta de sol.
Advertir antes que nada, al igual que lo hace la carta del restaurante, que aquí no se cocinan ni carnes ni arroces. Solo producto del mar, sin salsas ni adornos. Y verduras de la huerta para la ensalada. La oferta varía cada día y sigue el dictado de cada estación. Aunque el trajín del verano, “excesivo”, en opinión del chef, le deja exhausto, el producto llega a la mesa en su punto, jugoso y meloso, sobre todo la gran estrella de la parrilla, el rey a la brasa, que sirven en piezas enteras y que puede ser una opción para compartir entre varios comensales.

Para comenzar, sin duda, un sabroso salpicón de bogavante, unas lustrosas anchoas del Cantábrico, unas andaricas (nécoras) que entretienen bastante, o unas impecables almejas a la sartén. Los bocartes fritos también merecen atención.

Como platos principales, además del mencionado rey, con una piel crujiente, un toque ahumado y una carne untuosa, se puede seguir la recomendación, con toda garantía, del camarero (aquí no hay temor de que haya que deshacerse de alguna pieza con demasiado tiempo en cámara, ya que el pescado permanece refrigerado siempre a la vista, en lo que Abel llama su joyería, y circula a gran velocidad). Otro de los pescados habituales por tierras asturianas es el pixin (rape), que presentan en su punto de jugosidad. O la lubina, el cabracho, el rodaballo, o unas simples sardinas… Abel juega con las brasas, le gusta enredar, con un sistema de palancas, tapando el pescado, humidificándolo, consiguiendo un buen punto de cocción.

Las raciones son generosas como suele ser habitual en Asturias. El broche se puede poner, recomiendan que obligatorio como entrada o como postre, con un excelente queso Gamoneu o una tarta de queso (que borda Luisa), elaborada con otro queso asturiano, afuega’l pitu. La carta de vinos es interesante con precios comedidos. También cuenta con una importante selección de infusiones.

Publicado en cincodias.elpais.com